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Industria minera y recursos hídricos
En la Argentina, el uso del agua está planificado para abastecer a los distintos sectores en las provincias, a través una única autoridad del agua para cada jurisdicción que lleva adelante la gestión integrada de los recursos hídricos. Esta autoridad del agua debe, además, ser autoridad de aplicación de la legislación de aguas y contar con el poder de policía necesario para su efectiva aplicación. En este marco, la agricultura tiene concesión de aguas, el uso poblacional también, al igual que el sector industrial y el minero.
Huella hídrica
Como sucede a nivel global, la agricultura también en el país utiliza el mayor porcentaje de agua. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ONUAA o más conocida como FAO, se requieren 1.700 litros de agua para producir medio kilo de arroz, 500 litros para obtener medio kilo de trigo y 70 litros de agua para una sola manzana. En paralelo, el consumo del agua en la ganadería es aún mayor; se precisan 15.400 litros de agua para producir cada kilo de asado, 8.700 litros por cada kilo de cordero y 6.000 litros por cada kilo de cerdo. Según datos del Banco Mundial, en la agricultura, en promedio, se ocupa el 70 % del agua que se extrae en el mundo. El 30% restante se reparte entre lo que usan las industrias en general y, en menor medida, lo que se considera uso doméstico. La minería, por caso, no alcanza a un 1% del resto de las actividades industriales.
En esta industria, cada kilo de concentrado de cobre que se produce se utilizan apenas 26 litros de agua. Existe la creencia que la minería requiere agua potable para sus procesos. Sin embargo, generalmente utiliza el agua que encuentra disponible en las cercanías del yacimiento. Esta suele ser agua salobre, o con muy baja acidez, como consecuencia de drenajes ácidos naturales que se dan en zonas de sulfuros primarios. Es el caso de los ríos Pachón (pH 2,5) y Las Taguas (pH 3,0) en la provincia de San Juan.
Con ese pH no existe vida ictícola y no es apta para el consumo. Esa es el agua que utiliza la actividad minera. Esa agua se acondiciona para los procesos hidrometalúrgicos y se potabiliza para consumo. Es decir que no hay posibilidad de contaminación: son valores naturales no aptos para el consumo humano.
Además, el agua que se rechaza de cualquier proceso, previo a su vertido en un curso de agua o previo a depositarla en los llamados diques de colas, se somete a un proceso de estabilización o neutralización de cualquiera de los reactivos que, con carácter residual, pudieran contener. Y esto es así porque desechar reactivos junto con el agua significa perderlos, y es un costo que se suma al proceso ante la necesidad de reponer el reactivo que podría estar descartándose.
¿Para qué es usada el agua en minería?Las aplicaciones son múltiples, pero específicamente se usa agua durante el proceso de separación de minerales.
Además, es utilizada para la refrigeración, limpieza y lubricación de las perforaciones y herramientas de corte, por ejemplo, brocas, trépanos y coronas diamantadas.
También se usa agua para el transporte de minerales, de colas, de procesos para la restauración de terrenos y revegetación de áreas, entre otros.
No obstante, el rol fundamental del agua se concentra en el proceso hidrometalúrgico, que es la separación y recuperación de metales con soluciones líquidas, acuosas u orgánicas.
Eficiencia y sustentabilidadDe acuerdo con la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), la minería moderna cuenta con importantes avances en el uso eficiente y sustentable del agua.
Como decíamos más arriba, la mayoría del procesamiento de mineral que se realiza en una mina metalífera es dentro de un circuito cerrado. Esa modalidad reduce considerablemente la toma de nueva agua fresca, es decir que la mayoría del agua que se utiliza queda dentro del sistema y sólo se pierde la que se evapora o la que contiene el mineral concentrado. Según la entidad empresaria, en los procesos hidrometalúrgicos hay entre 70 y 90% de eficiencia en el uso del agua.
Sobre esta premisa de eficiencia, la industria minera consideró alternativas a la utilización del recurso hídrico e incorporó el uso de agua de mar procesada a través de plantas desalinizadoras, que en su mayoría separan la sal del agua por el método de ósmosis inversa. De ese modo, la desalinización es un mecanismo que facilita la obtención de agua dulce y se realiza en plantas industriales que acompañan el esquema de productividad continua de la industria minera. Sin embargo, es necesario destacar que los costos de esta tecnología aún son altos y, de las más de 18.000 plantas desalinizadoras que existen en el mundo, sólo se nuclea del 1% al 3% de la demanda de agua dulce a nivel mundial.
El caso de éxito de la región en optimización hídrica para la minería es el de Chile, que cuenta con 11 operaciones que utilizan la tecnología de desalinización y que posicionan al país trasandino en uno de los primeros lugares respecto a eficiencia hídrica a nivel mundial. En el norte de Chile, por caso, la minería de cobre a escala mundial se desarrolla en uno de los desiertos más áridos del mundo.
En Argentina, en tanto, el arribo de este tipo de plantas recién se inicia: las pioneras son las ciudades de Puerto Deseado y Caleta Olivia, en la provincia de Santa Cruz, en donde se pusieron en marcha dos plantas desalinizadoras, aunque están orientadas a cubrir las necesidades ciudadanas de la zona.
Por otro lado, en la provincia de Chubut, el Proyecto Navidad prevé un circuito cerrado, con agua reciclada que no genere efluentes que puedan contaminar. Por ende, no habrá conexión alguna con el Río Chubut, que es una de las preocupaciones centrales.
La minería es sustentable en la utilización de agua y para cerciorarse de ello, se establece la “línea de base ambiental”, es decir las condiciones del agua, el aire, el suelo, la fauna y la flora previas a la Declaración de Impacto Ambiental (DIA), que es la autorización para llevar a cabo cualquier proyecto minero.
Los informes de impacto ambiental (IIA) se actualizan cada 2 años como mínimo y entre una actualización y otra, la compañía debe realizar constantes monitoreos para asegurar que esas condiciones ambientales no han sufrido variaciones producto de la actividad en cualquiera de sus etapas.
La calidad del agua es controlada por los distintos niveles de gobierno y por la comunidad. En provincias mineras como Catamarca, por caso, se implementan programas de control comunitario ambiental, que incluyen capacitación previa de los pobladores.